11

Ene

2021

Algunos testimonios sobre el ingeniero Wilfredo Castillo

  • Inicio
  • Campus
  • Algunos testimonios sobre el ingeniero Wilfredo Castillo

Muy querido en la UDEP, especialmente entre los profesores y estudiantes de la Facultad de Ingeniería, el ingeniero Wilfredo Castillo ha dejado huella entre sus colegas y amigos.

Por Elena Belletich Ruiz. 11 enero, 2021.

Aquí algunos testimonios:

Magíster Germán Gallardo, profesor del área de Ingeniería Civil. Wilfredo Castillo ha sido un extraordinario ingeniero, geólogo, gran conocedor de las formaciones terciarias, cuaternarias y de todas las formaciones geológicas del norte peruano, zona que conocía muy bien. Ese conocimiento nos ha servido muchísimo en los diferentes estudios geológicos y geotécnicos que hemos realizado durante muchos años en la universidad; así como para los diseños de diferentes tipos de obras: edificaciones, carreteras y obras hidráulicas. Además, era un protagonista de los trabajos de consultoría que brindábamos desde el Laboratorio de suelos y desde el Instituto de Hidráulica, Hidrología e Ingeniería Sanitaria (IHHS)”.

Me fascinaba que él no se restringía a la Geología o Geotecnia, sino que era un ingeniero con un criterio muy amplio, aportaba en otros aspectos del proyecto que realizábamos. Era un profesional en el que se podía confiar plenamente, pues era un ingeniero de gran categoría.

La amistad que me unió a él era de muchos años. Aprecio muchísimo la gran sencillez y humildad que tenía; y, además, era muy generoso para enseñar y compartir sus conocimientos. En los trabajos de campo que realizaba tenía mucha energía, nos enseñaba a pisar el terreno, a estudiarlo, mirarlo con detenimiento.

¡En fin! era un hombre llano, sencillo, trasparente, de gran fe, que departía con sus colegas, con los técnicos y con alumnos con gran empatía; muy trabajador: era el primero en llegar y el último en irse; muy estudioso y de alta confiabilidad. Lo extrañaremos mucho ¡Que en paz descanse, ingeniero Castillo!

Dra. Susana Vegas, vicerrectora académica de la UDEP. El ingeniero Castillo formó a muchas generaciones de ingenieros civiles de nuestra universidad, donde enseñaba el curso de Geología aplicada. Tenía una amplia cultura, por lo que era muy interesante conversar con él. Era un experto en Geología del Perú, en especial de la región Piura y Tumbes.

Sus clases teóricas las complementaba con visitas de campo, donde los alumnos se quedaban admirados por sus conocimientos y su agilidad mental y física. Incluso, en sus últimos años como docente, siendo una persona ya mayor, subía cuestas incansablemente, dejando atrás a sus jóvenes alumnos. Disfrutaba de acampar y siempre compartía anécdotas o historias de la Piura de su juventud. Quienes tuvimos el gusto de conocerlo lo recordaremos como un caballero, un profesional correcto y servicial y un maestro en el amplio sentido de la palabra. ¡Descanse en paz Ing. Castillo!

Dr. Jorge Reyes, profesor del departamento de Ingeniería Civil. Elegir palabras para expresar el rol del Ing. Wilfredo Castillo en la formación humana y profesional de diversas promociones de alumnos y hasta tres generaciones de profesores y administrativos de Ingeniería Civil, que se extendió a otros profesores de la Facultad, es una tarea difícil por la extensa labor que desarrolló.

El Ing. Castillo era amante de la formación profesional, tenía una gran visión que lo llevó a realizar y transmitir muchas investigaciones. Era muy laborioso, puntual, batallador, ejemplo de la manera cómo debe ser la labor profesional, incansable para analizar los detalles, sin dejarse ganar por la fatiga en los viajes de campo.

En lo personal, era sencillo, amable, permanentemente alegre, preocupado siempre por sus colegas, que eran amigos a la vez; detallista en lo personal y profesional, consejero personal. Era una persona que brindaba la confianza necesaria para hablar con él como un amigo con extrema naturalidad.

Una exalumna nos comparte una anécdota: “En un viaje de campo, estábamos todos sentados en la tierra (roca sedimentaria) descansando. Cuando ya nos íbamos, nos levantamos y, por inercia, le ofrecí mi mano para que se levante. Empezó a reírse de muy buena gana y me dijo: ¿tú me vas a levantar? ¡Ja, ja, ja, ja! Agarro su pico se apoyó y continuó la marcha”.

Tuvo gran respeto y cariño a la Universidad de Piura, incluso mucho antes de ser docente en esta casa de estudios. ¡Dios lo tenga en su reino!

Comparte: